Sobre el conflicto ucraniano y el fantasma de la paz

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Llevamos más de tres meses de continuos cambios en el territorio que un día vio nacer el rus de Kíev, uno de los primeros principados eslavos, Ucrania. Tras la revolución del Euromaidán en Kíev, vinieron las sucesivas protestas en el sureste de Ucrania, principalmente en Donétsk, Járkov, Lugánsk y Crimea. Al poco tiempo el ya expresidente Víctor Yanukóvich se exilió a Rusia por motivos de seguridad y las regiones nombradas antes se autoproclamaron repúblicas populares independientes, aunque no fueron reconocidas internacionalmente. A todo esto lo siguió un gran escándalo en los medios de comunicación occidentales sobre la figura del corrupto Yanukóvich y los pro-rusos, así como la figura del odiado Putin; si a esto le añadimos una glorificación del movimiento del Euromaidán y de sus líderes como Yulia Timoshénko o Victor Klitchkó, estamos ante un cóctel molotov de desinformación.

Poco tardó en llegar el referéndum de independencia de Crimea y la posterior anexión a la Federación Rusa. Sin embargo, el resto de regiones no corrieron la misma suerte y fue entonces cuando empezaron los enfrentamientos reales entre pro-ucranianos y pro-rusos. Todo el mundo acusaba a Putin y Rusia de introducir tropas en las regiones del sureste de Ucrania, pero lo cierto es que a día de hoy sólo se pueden ver claras evidencias de que son las tropas del ejército ucraniano las que tratan de ocupar estas regiones y a las milicias populares pro-rusas y antifascistas que no dan su a brazo a torcer.

Hace apenas dos semanas se celebraron las elecciones y el oligarca Piotr Poroshénko venció contra todo pronóstico. Después de cerca de mes y medio de conflicto real no reconocido como guerra civil, es evidente que lo es. Se han cobrado la vida de centenares de personas, tanto de un bando como del otro. Me atrevería a decir que, sin lugar a dudas, Estados Unidos y la Unión Europea están detrás por motivos económicos (no olvidemos que Ucrania es uno de los países más ricos energéticamente hablando, siendo también el país por donde pasa el gas y el petróleo rusos antes de llegar a Europa) y geoestratégicos (existe un claro interés por parte de USA por poner bases militares y submarinos nucleares cerca de su archienemigo ruso).

En definitiva, todo apunta a que estamos viviendo el comienzo de una segunda Guerra Fría y que estamos lejos del deseado final del actual conflicto ucraniano. Cabe recordar que recientemente ha tenido lugar la cumbre del G-7 en Bruselas en la que se ha intentado abogar por la paz en Ucrania y por el diálogo con Rusia. Personalmente, creo que esto no servirá de nada porque realmente Rusia no está agrediendo a nadie, sino todo lo contrario, quiere la paz y ha hecho y hará todo lo que esté en sus manos para conseguirla. Pero mientras el gobierno estadounidense, el mismo que promueve invasiones en países tercermundistas, o que defiende dictaduras como la de Arabia Saudí, o que mantiene Guantánamo abierto pese a que se ha demostrado en reiteradas ocasiones las condiciones inhumanas de los reclusos, siga teniendo el poder que tiene en la coyuntura internacional, la pregunta que nos tenemos que plantear es la siguiente: ¿es realmente posible alcanzar la paz?

 

 

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